Productores de Intibucá reportan fuertes ingresos en sus ventas de
chiberro, un fruto parecido a la sandía que ha incursionado con pequeñas
exportaciones, aprovechando también su transformación en dulces artesanales o
alcitrones en la zona central de Honduras.
En la comunidad de El Rodeo, departamento de Intibucá, pobladores
cultivan ese producto, entre extensas plantaciones de papa, repollo, remolacha,
zanahoria, rábanos, brócoli, coliflor, nabos japoneses, y vegetales orientales.
Uno de los
agricultores, Gil Gómez Domínguez, manifestó que transporta 230 chiberros
diarios hasta las comunidades de Siguatepeque, Villa de San Antonio en
Comayagua, así como hasta San Pedro Tutule y Marcala en La Paz.
Mientras,
en el mercado internacional cada fruto se cotiza a un dólar (L24.46) y en
temporadas altas llega a costar hasta cinco dolares (L122) la unidad.
El
alcitrón ya no solo se vende en la orilla de carreteras, sino en supermercados
empacado finamente y en el mercado internacional.
Se suman a otra variedad de productos nostálgicos llevados a los
Estados Unidos y otros países donde viven compatriotas, como dice la canción El
“Encarguito” de Guillermo Anderson: “te mando un arroz con leche, alborotos y
espumillas, una bolsa de alcitrones, tustaca y quesadillas y ojalá pasen la
aduana”.
En la zona central de Honduras se considera la construcción de una
planta procesadora para envíos de alcitrones y chiberro envasados a Estados
Unidos, aparte de países de Centroamérica, el Caribe, Sudamérica y mercados
europeos, entre otros.
Gil Gómez Domínguez amplió que la producción de esta cucurbitácea
se registra todo el año en Intibucá donde es el sostén de gran cantidad de
familias.
Un aproximado de 1,200 campesinos perciben ingresos que les ajusta
para mantener mensualmente un hogar conformado hasta por ocho miembros.
Consumidores nacionales e internacionales le atribuyen al chiberro
otros beneficios como contenido de hiploglucemiantes que ayudan a disminuir los
niveles de azúcar en la sangre, por lo que se recomienda para la diabetes.
Funciona además como antioxidante, aporta proteínas, fibra, carbohidratos,
hierro y vitaminas.
No obstante, su fuerte demanda es para la elaboración de postres,
recordando la receta de las abuelas de un viejo hotel de Comayagua, quienes
rellenaban el fruto con harina y miel virgen y después lo cristalizaban en el
horno, una fórmula exquisita para decenas de turistas que degustaban ese postre.
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